Redescubriendo el conocimiento ancestral: clave para mantener la
biodiversidad y la cultura.
Cuando hablamos de desarrollo sostenible, a veces dejamos en segundo plano las
consecuencias relevantes y continuas en nuestras sociedades: la sobreexplotación y el
extractivismo de los recursos naturales. Estás son dinámicas heredadas del colonialismo y
perfeccionadas por el capitalismo tardío. En contraste a estos modelos de consumo
exacerbado, muchas comunidades han mantenido vivas técnicas milenarias de cuidado
ambiental.
Por: Vilma Estefanía Tapias Benítez
Importancia del conocimiento ancestral en la conservación de la biodiversidad
El saber de los pueblos ancestrales nos enseña que nuestro bienestar depende del cuidado
del territorio, de todos sus elementos vitales, de sus ciclos y relaciones. Hoy más que nunca
debemos insistir en la comprensión que nuestras culturas propias tienen de la
interdependencia de todas las formas de vida, lo que nos lleva a su vez a reconocer que la
conservación de la biodiversidad está estrechamente vinculada con el cuidado y defensa de
la diversidad cultural. El conocimiento sobre los ecosistemas, sobre la Madre Tierra, que
tienen miles de etnias que habitan los territorios más biodiversos del planeta no ha sido
valorado ni incorporado a los instrumentos técnicos o las políticas de gestión ambiental.
Es importante mencionar que existen pruebas de que la pérdida de biodiversidad puede
aumentar los casos de zoonosis (enfermedades transmitidas de los animales a los
humanos). Y la valoración del conocimiento ancestral se convierte en una estrategia
pertinente para evitar que la pérdida de biodiversidad siga causando estragos. El respeto y
la valorización del saber ancestral es fundamental para la conservación y el uso sostenible
de los ecosistemas.
Una comunidad saludable depende de ecosistemas equilibrados, y la biodiversidad es la
base que sustenta toda la vida en nuestro planeta. Conservar la biodiversidad es
imprescindible para el bienestar no sólo de las generaciones actuales, sino también de las
futuras.
Conocimiento ancestral, salud y cultura
Las comunidades han desarrollado a menudo un profundo conocimiento de su entorno
natural, de las propiedades medicinales de diversas plantas, de la seguridad alimentaria, y
de la nutrición. Los pueblos indígenas han expuesto su comprensión holística de la salud,
que engloba la salud comunitaria y el cuidado de la biodiversidad.
Un aspecto relevante dentro del conocimiento ancestral es la cultura. Esta funciona como
un agente determinante sobre la conservación de los ecosistemas. Las culturas construyen
formas adaptativas, donde el grado de sustentabilidad depende de la mayor o menor
comprensión que tenga cada cultura de las formas de ser de los ecosistemas.
Los conocimientos tradicionales ayudan a cuidar la naturaleza y la salud, porque se aprende
para qué sirve cada planta, cada planta sirve para una función determinada, entonces se
cuida la naturaleza por el valor que tienen las plantas y se valoran para evitar la extinción.
Estos conocimientos son heredados por los padres y abuelos y generaciones. Desde
generaciones anteriores se viene articulando el conocimiento ecológico y los saberes
ancestrales.
La Organización Mundial de la Salud enfatizó la importancia del conocimiento tradicional y
las prácticas tradicionales de salud para acelerar la salud y el bienestar para todos. Hay una
necesidad de preservar y proteger los conocimientos tradicionales, abogando por la
implementación de políticas de propiedad intelectual como una estrategia para el desarrollo
sostenible de las comunidades locales que preservan el patrimonio de conocimientos y
biodiversidad.
Conocimiento ancestral y bioeconomía
Los servicios ecosistémicos son vitales para el desarrollo económico de muchos países
biodiversos. Y estos aspectos van más allá de únicamente la dimensión monetaria.
La bioeconomía aparece como una alternativa al modelo económico, dado su potencial para
reducir la deforestación y otros impactos negativos sobre los ecosistemas y las personas.
De acuerdo con la OCDE, la bioeconomía es un sistema económico que se basa en el uso
sostenible de los recursos biológicos, así como en los avances tecnológicos que permiten
una mayor eficiencia y rentabilidad, al mismo tiempo que garantiza la protección y
preservación de la biodiversidad. Aunque este concepto hace hincapié en la sostenibilidad
ambiental, aún se debe incorporar con mayor fuerza la dimensión social, ahí entra la
participación del conocimiento ancestral.
Varias comunidades son productoras de alimentos, materias primas, fibras, aceites, o
bioproductos de importancia para la industria alimentaria, farmacéutica, energética,
cosmética, creativa, turística, de la construcción, etc. Mucho antes de la conceptualización
de la bioeconomía, los pueblos indígenas han desarrollado sistemas económicos propios,
sostenibles, resilientes, y bajos en emisiones de carbono.
Uno de los pilares para el desarrollo de la bioeconomía es la agricultura y, por ende, esta
debe ser sostenible, amigable con el ambiente, y que sea capaz de ser resiliente ante las
presiones provocadas por el cambio climático, y que involucre actividades sostenibles para
salvaguardar los recursos de las generaciones presentes y futuras.
En la sociobioeconomía se reconoce el rol central de las poblaciones tradicionales para el
desarrollo sostenible y la conservación de la biodiversidad. Las selvas no son espontáneas,
son la creación de los pueblos que viven en ellas y han domesticado una serie de especies
y enriquecido la selva con otras especies para su propio uso. A lo largo de la historia, se
han desarrollado aproximadamente 1.9 millones de variables de cultivos, que deben ser
protegidos de la biopiratería y de la agricultura convencional.
Aplicación del conocimientos ancestral en la industria
Hay muchas plantas que ofrecen servicios ecosistémicos para la industria cosmética,
medicinal y alimenticia: Cúrcuma, manzanilla, albahaca, limoncillo, cidrón, azafrán, canela
moena, caléndula, comino, ortiga, flor del matamata roja entre otras son algunas de las
plantas que se han destilado durante miles de años para extraer aceites esenciales.
El lanzamiento de productos ligados a la cosmética natural ha aumentado en un 69%. No
obstante, es importante garantizar la transparencia y ética, las marcas deben considerar
una consciencia y un conocimiento 360 de todo lo que rodea a un producto cosmético.
Y los saberes ancestrales apuntan a innovar en la cosmética siguiendo esa filosofía. Por
ejemplo, la fitocosmética, que utiliza principios activos de origen vegetal para crear
productos cosméticos.
Un fitoingrediente es cualquier materia prima vegetal que ha sido procesada
adecuadamente para ser incluida en formulaciones cosméticas. Puede provenir de plantas
frescas, enteras o en partes, extractos, secreciones, aceites, etc, o puede ser un producto
aislado de las mismas por metodologías especiales.
El conocimiento ancestral también se aplica a la industria de la moda. Por miles de años,
diversas técnicas artesanales han descendido a lo largo de generaciones, haciendo del
legado artesanal textil. Hay una gran cantidad de comunidades que aún mantienen vivas
sus técnicas textiles artesanales (por ejemplo, bordado como de tejido manual o en telar).
Actualmente, existen muchas marcas de moda sustentable que se basan en el trabajo de
los artesanos y sus saberes ancestrales, para realizar sus colecciones de forma local,
consciente y responsable. Pero hace unos años, el trabajo de los artesanos había quedado
limitado principalmente al desarrollo de productos para el consumo turístico, lo que hacía
que sus técnicas manuales se fueran perdiendo con el tiempo .
Autor
Vilma Estefanía Tapias Benítez
Consultora de marketing Cámara Verde de Comercio capítulo de Colombia, Investigadora en sostenibilidad