Para el primer escenario, el segundo uso debe ser diferente al cosmético, pues estos pueden estar vencidos y generar reacciones desfavorables. De acuerdo con Carrasquillo (2020), hay que pensar en los cosméticos de la misma manera que se hace con la comida, si huele raro o se ve raro, desecharlo a la basura. Desechar, si, pero hasta cierto punto, si bien no deben reutilizarse como maquillaje, es insostenible botarlo a la basura. Hay que encontrar alternativas para darle un segundo uso.

Por lo general, es difícil saber qué se hace con el maquillaje caducado o sus empaques, y más aún cuando la mayor parte de los envases son demasiado pequeños para ser reciclados por la industria. Los residuos tampoco se pueden desechar por el drenaje porque contaminan seriamente el agua (Kimberly, 2021). Sin embargo, gracias a la pigmentación y composición de los productos cosméticos se pueden reutilizar de forma creativa, según un artículo presentado en Okdiario (2019):

• Polvos de maquillaje y sombras de ojos: Sirven para decorar si se mezclan con un poco de agua como acuarela.
• Esmalte de uñas: Para pintar y decorar objetos pequeños donde se necesite precisión.
• Lápices de labios o de ojos: Para escribir o dibujar, como si fueran crayones.
• Aceites corporales: Sirven para lubricar las bisagras, para limpiar el acero y nutrir los muebles.

Para reducir los residuos cosméticos el segundo escenario es usar productos biodegradables, un ejemplo es la elaboración de un desodorante casero (Yurena, 2020), donde se emplean como materia prima elementos de muy bajo impacto ambiental. Para este producto se necesita: almidón de maíz, bicarbonato de sodio, aceite esencial de lavanda, eucalipto o árbol de té, todos (sustancias antibacterianas), aceite esencial de menta o madera de sándalo (sustancias antimicóticas), aceite de coco, vitamina E. Se puede colocar el producto en un envase vacío de desodorante en barra o similar para reutilizarlo en lugar de desecharlo.

Es hora de actuar, la idea es que cada vez más las personas acudan a fabricar sus propios cosméticos, y, por otro lado, darles un segundo uso a los cosméticos convencionales. Así se logra disminuir significativamente los residuos derivados del maquillaje.